Primero fue la aportación económica para un proyecto de minibibliotecas en la loma, gracias al cual muchos niños y niñas han aprendido a leer y, como premio, han conocido el mar. Pues, aunque viven en una isla, no lo conocían.
Después fue la colaboración en un proyecto muy necesario: microcréditos para rehabilitación de las viviendas. Tejados de hoja de palma, paredes de madera y suelos de tierra están siendo cambiados poco a poco, consiguiendo así unas condiciones más dignas para vivir.
Estos dos proyectos, hoy en día, están en manos de los encargados de asuntos sociales de los consejos comunitarios, que son acompañados por el párroco del lugar, P. Cristian Quezada Durán.
Siguiendo con el hermanamiento, hay que recordar que 3 miembros de Cristo Salvador, visitaron estas comunidades en agosto de 2011. Fueron momentos muy bonitos donde pudimos compartir la fe y la alegría.
Ahora surge una nueva posibilidad de colaboración. Y muy importante, porque la educación es un tesoro. El alumnado de la loma es víctima de un sistema educativo muy deficiente: sólo se imparten clases de 1º a 4º de primaria. Impartir clases es un eufemismo, pues los profesores nombrados, tienen una media anual de asistencia a clases de 15 a 20 días. Los niños, fruto de este sistema, son en su mayoría analfabetos e ingresan rápidamente en la vida adulta: los varones trabajando con sus padres en agricultura y las hembras casándose a edades muy tempranas (12- 13 años)
Ante todo esto surgió desde la parroquia el sueño de hacer un internado de 5º a 8º de primaria para niños y niñas, donde además de seguir el curriculum oficial de primaria se impartiera una formación agroforestal y ganadera, que enseñara a los alumnos maneras más respetuosas de relacionarse con su medio ambiente. Los alumnos estarían 3 semanas en el centro y una en su casa, poniendo en práctica todo lo aprendido. El centro estaría gestionado desde la parroquia, que buscaría profesores motivados. Además, las familias se involucrarían activamente en el proyecto: colaboración en el mantenimiento, limpieza y vigilancia del centro; ayuda en la cocina; colaboración con los alimentos; escuela de padres... Y por último, el Obispado, realizaría todos los contactos institucionales necesarios con la Administración para el reconocimiento oficial del centro y la postulación de diferentes subvenciones.
Hoy, ese sueño, después de muchos esfuerzos, se ha hecho realidad y desde el 15 de octubre comenzaron oficialmente las clases para 35 alumnos y alumnas. Quedan muchos detalles, propios de toda obra
nueva. En concreto, desde Sabaneta, nos piden si podemos colaborar con la compra de mantas y almohadas para las camas de los niños. Como siempre, sabemos, que la parroquia colaborará generosamente,
pues sabe dar desde su pobreza.