Como el cuerpo, que siendo uno, tiene muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así es la Iglesia de Cristo. Todos nosotros nos hemos bautizado en un solo espíritu para formar un solo cuerpo, y vivimos de ese mismo espíritu. El cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos. (1 Co 12,12-14)
Somos familia. Participamos del carisma vicenciano con el que estamos insertos en la Iglesia universal. Y por eso nos sentimos vinculados a otros creyentes: ramas de la Familia Vicenciana, arciprestazgo, diócesis.
Expresiones de una identidad compartida. Aportamos al cuerpo de Cristo la preocupación por los pobres y, entre estos los más necesitados.